Por Miguel Ernesto Yusty
VOLVER, estrenada en 2006, es la película con la que Pedro Almodóvar hace un homenaje al mundo de su infancia y al entorno de mujeres en el que creció. Narra un drama familiar, que al mismo tiempo es una historia de fantasmas. Está protagonizado por Penélope Cruz y por Carmen Maura y aunque al verla produce una que otra sonrisa, es sobre todo una obra conmovedora.
Toca temas como el abuso a la mujer y la infancia, el incesto, la migración del campo a la ciudad o el desempleo. Sin embargo el peso de la historia recae sobre los hombros del personaje protagonista interpretado por Penélopo Cruz, sin permitir que el contexto altere la línea narrativa. Al revisitar tópicos como el de las mujeres que matan a los hombres que las agreden, se reafirma, tal y como sucede en ¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO! de 1984, que el infierno y el paraíso se encuentran en el hogar, adentro de las paredes de la casa.
El talento de Almodóvar se revela tanto en la escritura del guion, como en la manera como concibe el color y en la forma como mueve la cámara. Con el color hace que las imágenes sean orgánicas, casi táctiles. Con la cámara y sobre todo con sus desplazamientos laterales, como el del inicio de la película, hace que el espectador perciba la dimensión de la imagen audiovisual hecha para pantalla grande. Almodóvar sabe convertir, los dramas íntimos en historias que adquieren la grandeza de lo universal, por eso el formato cinematográfico le calza como anillo al dedo.