Cuando la primera película de la serie que tiene como protagonista a Jason Bourne se estrena en 2002, el Mundo y los Estado Unidos se encuentran en medio de la disputa por definir si Irak tiene en su poder un peligroso arsenal de armas de destrucción masiva, según lo sostiene la Presidencia de George W. Bush. De ser así, el país del Medio Oriente sería invadido, como efectivamente lo fue, aunque no se encontraron las mencionadas armas.
Por aquel entonces, la serie contaba el drama de un agente del Gobierno americano que decide desobedecer la orden de asesinar a un líder extranjero opositor, porque sus principios van en contra de ello. El argumento era representativo de buena parte de lo que la opinión pública de los Estados Unidos se planteaba: ¿Se debe apoyar una guerra, cuando sus razones parecen fundamentarse en mentiras? Esta sintonía entre el personaje y los espectadores convirtió a la la película en un éxito innegable.
En 2016, cuando se estrena la quinta entrega de la serie, el Mundo y Estados Unidos llevan dos períodos con un presidente de pensamiento liberal en la Casa Blanca. Aunque los conflictos con el terrorismo están más vivos que nunca, el Estado, en el país del norte, luce menos ávido por ejercer el rol de imperio invasor que ostentaba una década atrás. En consecuencia el terreo para películas como JASON BOURNE es menos propicio. Aunque el film del director Paul Greengrass comparte características y cualidades afines a las otras entregas de la serie, es probable que en circunstancias políticas diferentes, su impacto en los espectadores hubiera sido mayor.
JASON BOURNE – 123 min. – Acción – Dirige Paul Greengrass – Actúan Matt Damon y Tommy Lee Jones